El aire es nuestro alimento principal. El aliento es vida, podemos vivir días enteros sin alimento o sin agua, pero si nos privan de respirar, la muerte sobreviene en pocos minutos. Todos conocen la importancia de la respiración, pero ¿quién se preocupa de ella?


En vista de ello, es pasmosa la poca atención que prestamos en la vida normal a la importancia que tiene respirar correctamente.


Sin embargo. A través del yoga volveremos a conectar y a trabajar nuestra respiración. Cada respiración es un regalo divino y por ello hemos de aprender a recibirlo con un alto nivel de consciencia. El modo de respirar de una persona es expresión directa de su estilo de vida, es decir; del modo de estar en el mundo. El yoga te hace conectar con todo ello.
Los yoguis recomiendan respirar como si al nacer se nos hubiese otorgado un número determinado de respiraciones para el resto de nuestra vida.


La respiración produce dos movimientos opuestos, contrarios (inspiración y espiración) a lo largo de la vida. Iniciamos la vida con una inspiración, con una manifestación orgánica de la toma de conciencia y se termina la vida con una espiración, con un vacío. Es como si toda la vida fuese una gran respiración única, con una inspiración inicial y una espiración final, siendo muestra vida un movimiento entre dos opuestos complementarios, y aquí una vez más se pone de manifiesto el ritmo cósmico por el que todo se manifiesta:


Contracción-expansión, frio-calor, luz-oscuridad, masculino-femenino, positivo-negativo, sístole-diástole, inspiración-espiración.


Para un yogui, una adecuada respiración cumple dos funciones principales: aportar más y con mejor calidad oxígeno a la sangre y por consiguiente al cerebro, y controlar el prana o energía vital, con lo que llegará a controlar la mente.
Cuando el aliento va y viene, la mente está inquieta. Pero cuando el aliento se serena, también se serena la mente.

Hatha Yoga Pradipika